La calla es sinónimo de elegancia y modernidad. Su belleza no reside en la opulencia, sino en la perfección de su línea y forma. Manejarla correctamente es un ejercicio de delicadeza y conocimiento de su particular biología.
1. El Secreto del Descanso Horizontal. Este es un conocimiento de altísimo nivel, y es absolutamente cierto. Las callas pueden absorber agua con tal eficiencia que sus tallos se vuelven súper turgentes, rígidos y, paradójicamente, quebradizos.
Técnica Profesional: Si dejas una calla recién hidratada fuera del agua, en una superficie plana y horizontal en un lugar fresco durante unas horas o incluso hasta el día siguiente, , el tallo libera esa tensión extrema. Esto lo vuelve increíblemente flexible y maleable. Es el secreto para poder doblarlas y crear esas líneas curvas y fluidas en diseños vanguardistas sin que el tallo se quiebre o colapse.
2. Piel de Durazno: Son Extremadamente Sensibles a los Golpes. La espata (la parte de color que envuelve la flor) de una calla es tan delicada como la piel de un durazno maduro. La más mínima presión de un dedo, una uña, un golpe o el roce brusco con otra flor dejará una marca que se oxidará y se volverá gris, marrón o verdosa en cuestión de horas.
Tip de Manejo: Nunca las agarres por la flor. Manéjalas siempre desde el tallo. Al momento de diseñar, es buena práctica colocar las callas al final, para minimizar el contacto y el riesgo de magulladuras.
3. El Problema del Polen (Y Cómo Evitar Manchas). El espádice (la espiga floral amarilla o naranja del centro) está cubierto de anteras que, al madurar, liberan un polen muy pigmentado. Este polen puede caer y manchar permanentemente la espata blanca o de color claro, arruinando su apariencia perfecta.
Solución Profesional: Tan pronto como veas que el polen está visible y polvoso, puedes retirarlo con extrema delicadeza usando unas pinzas finas. Otra opción más sencilla es simplemente pasar un pañuelo de papel o un limpiapipas suavemente sobre el espádice para arrastrar el polen. Muchos floristas hacen esto de forma preventiva.
4. Los Bordes Nunca Mienten: El Indicador de Frescura. Para juzgar la verdadera frescura de una calla, ignora el centro y mira los bordes de la espata.
Calla Fresca: Los bordes estarán lisos, tersos, bien definidos y a menudo ligeramente curvados hacia adentro.
Calla Vieja: Los bordes comenzarán a "replegarse" o curvarse hacia afuera, perdiendo su tensión. Pueden empezar a verse translúcidos, secos o incluso desarrollar pequeñas grietas verticales. Un borde liso es un signo inequívoco de máxima frescura.
5. La Ley del Agua Baja: Previniendo la Pudrición del Tallo. El tallo de la calla es carnoso, suave y extremadamente propenso a la pudrición bacteriana, que la destruye de abajo hacia arriba. Al igual que las gerberas, la regla es agua muy poco profunda (no más de 5-7 cm es suficiente).
Señal de Alerta: Si no cambias el agua, notarás que el extremo sumergido del tallo se vuelve blando, translúcido y gelatinoso. Eso es pudrición. Un corte fresco y agua limpia cada dos días es vital.
6. El Despliegue Lento: No Abrirán de Golpe. Las callas no "florecen" en el sentido tradicional. Se "desenrollan". Generalmente las recibirás en un estado relativamente apretado. Con los días en agua, la espata continuará desenrollándose lentamente, revelando más de su interior y volviéndose más ancha. No esperes una transformación dramática de un día para otro; su belleza es una evolución lenta y gradual.